Adaptado del eBook Politica, Cultura y Sociedad en la España Contemporánea de Inma Raneda-Cuartero según las normas del Creative Commons Attribution-NonCommercial 4.0 International License.
Después de leer este capítulo, podrás comprender:
- Qué ocurrió tras la muerte de Franco en 1975
- Qué fue exactamente la Transición española
- Qué opinaba y qué quería la gente
- Como se llevó a cabo esta Transición
- Qué repercusión tuvo la Transición en la cultura española
- Qué fue la Movida madrileña
¿Qué ocurrió tras la muerte de Franco en 1975?
Como ya hemos visto, el 20 de noviembre de 1975 falleció el dictador Francisco Franco a los 84 años de edad. Con Franco agonizó también su régimen. El fallecimiento de Franco ponía fin a una dictadura que tenía ya muy pocos apoyos y dejaba al descubierto el intenso deseo de libertad que la mayoría de los españoles sentían y querían emprender por la vía democrática.
Dos días más tarde, el 22 de noviembre 1975, el Príncipe Juan Carlos de Borbón, sucesor de Franco, fue proclamado Rey de España. De esta manera quedó restaurada la Monarquía en España.
Pero, ¿qué ocurrió exactamente en el periodo transcurrido desde 1975 hasta la aprobación de la Constitución en 1978? Estos tres años fueron un periodo de profundos cambios y reformas hasta lograr una democracia, no solo por los políticos del momento sino, sobre todo, gracias al pueblo español que desde hacía tiempo pedía cambios políticos, sociales y culturales.
¿Qué fue la Transición española?
La Transición española fue un periodo de grandes cambios y reformas políticas, hechos desde el interior mismo del régimen, desde arriba y desde la legalidad, hasta lograr una democracia plena. Este proceso se llevó a cabo sin rupturas, a través de una reforma basada en el consenso de la inmensa mayoría de las fuerzas políticas.
Una vez muerto el dictador, en España se plantearon tres posibles alternativas políticas a seguir:
- La continuación del sistema político franquista, postura defendida por los franquistas puros o inmovilistas.
- La ruptura democrática, es decir, la formación de un gobierno provisional que pondría fin a las instituciones franquistas y convocaría elecciones a unas Cortes constituyentes. Era la postura defendida por los grupos políticos que se habían opuesto al franquismo.
- La reforma del sistema político a partir de las instituciones y de las leyes franquistas hasta alcanzar una democracia plena.
La diferencia entre el proceso de transición español y el de otros países fue el hecho de que en España no hubo ruptura con el pasado inmediato; sino una reforma, pero tan a fondo que cambió la base esencial de sistema político sin traumas sociales graves. Se puso en marcha una Ley para la Reforma Política que cambió la propia esencia del sistema franquista.
El éxito de la Transición española radica en que en todo momento el mensaje era llegar a un consenso, incluso entre fuerzas políticas contrarias.
Se ha dicho en numerosas ocasiones que la transición a la democracia fue un proceso modélico en el que participaron todas las fuerzas políticas en paz y en libertad. Pero también, existen otros factores que, sin duda, favorecieron este cambio en paz, y que analizaremos al final de este capítulo.
¿Qué opinaba el pueblo? ¿Qué quería la gente?
Manifiestación durante la Transición. DIARIO16. Foto: Cesar Lucas
Las encuestas a la opinión pública revelaban que era una minoría de españoles la que deseaba la continuidad del régimen franquista y otra minoría la que deseaba un cambio violento, o ruptura con el pasado. El resto, es decir, casi todos los españoles preferían una evolución pacífica, sin romper con determinados principios del régimen anterior. Esto hizo más fácil la transición política e institucional.
El periodo que se conoce como Transición está integrado por tres años que cambiaron políticamente a España: 1976, 1977 y 1978. El primero fue el año de la Ley para la Reforma Política; el segundo, el de las primeras elecciones generales libres después de 40 años; el tercero, el año de la Constitución.
¿Cómo se llevó a cabo la Transición?
Proclamación de Don Juan Carlos como Rey de España. Madrid, 22.11.1976
Como ya se ha mencionado anteriormente, el 22 de noviembre 1975, dos días después del fallecimiento del dictador, el Príncipe Juan Carlos de Borbón, nombrado sucesor de Franco por el propio Franco, fue proclamado Rey de España.
Mientras era príncipe, Juan Carlos siempre aparecía a la sombra de Franco. El escritor, José-Luis de Vilallonga, le hace esta pregunta al Rey: “Hubo una época en la vida de Vuestra Majestad que siempre me ha intrigado profundamente. Son esos años en los que aparecíais en público detrás de Franco, siempre silencioso, a menudo apesadumbrado[6].”
El Rey le responde:
“¿Por qué guardaba silencio? ¿Por qué nunca decía nada? Porque era una época en que nadie, ni siquiera yo, se atrevía a hablar. La autocensura (la prudencia, si prefieres) era general. Personalmente, yo no sabía cómo iban a ser las cosas. No sabía si yo iba a suceder a Franco estando él todavía vivo o si tendría que esperar su muerte para ser rey de España. Tampoco sabía cómo iba a aceptar el país el cambio que se le proponía […] Mi gran preocupación era: muerto Franco, ¿cómo lo voy a hacer para instaurar la democracia?[7]“
Juan Carlos I juró fidelidad a los Principios del movimiento nacional, respetando la Ley Orgánica de 1966 y a las cortes franquistas, que recibieron con una enorme ovación la proclamación del nuevo Rey. Desde ese mismo instante, el Rey comenzó a trabajar por la democratización del país, lo que suponía, indefectiblemente, el desmantelamiento del régimen franquista.
Su profesor de Derecho político, Torcuato Fernández Miranda, le asesoró de la importancia de su primer discurso al pueblo, esa sería la clave de todo el cambio y en él diría a todos los españoles sus intenciones: “que quería ser el rey de todos los españoles.”
Según varios historiados y analistas, don Juan Carlos I, es considerado el ‘piloto del cambio‘ porque fue él quien permitió que se produjera esa transformación que muy poca gente creía posible.
El Rey Juan Carlos I en declaraciones a la prensa ha comentado que:
“[T]oda mi filosofía, toda mi estrategia, se basaba en una idea: no quería a ningún precio que los vencedores de la guerra civil fueran los vencidos dela democracia. La idea maestra de toda mi política era conseguir que nunca más los españoles se dividieran en vencedores y vencidos […] Los vencedores raras veces tienen en cuenta la desesperación de los vencidos. Y con gente desesperada no se puede hacer gran cosa. Había que curar muchas heridas en España antes de convencer a los unos y a los otros de que el diálogo es el mejor medio para arreglar cualquier problema[8].”
VISITA OFICIAL A LOS ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA – 2 al 6 de junio 1976
La primera visita de Estado al extranjero que realizó el Rey de España fue a los Estados Unidos de América. La fecha para su debut internacional fue el 2 de junio 1976, habían transcurrido apenas uno seis meses desde el fallecimiento de Franco. La intención del monarca era explicar sus intenciones y su plan democratizador, para lo cual solicitaba el apoyo de los Estados Unidos. El lugar elegido fue una sesión conjunta de la Cámara de Representantes y del Senado. En su discurso en inglés, el monarca hizo una declaración pública y solemne de su propósito de conducir el país a la democracia. El mensaje no podía ser más claro. Era la primera vez que usaba la palabra “democracia” en público.
“La Monarquía hará que, bajo los principios de la democracia, se mantengan en España la paz social y la estabilidad política, a la vez que se asegure el acceso ordenado al poder de las distintas, alternativas de gobierno, según los deseos del pueblo libremente expresados. La Monarquía simboliza y mantiene la unidad de nuestra nación, resultando libre la voluntad decidida de incontables generaciones de españoles, a la vez que coronamiento de una rica variedad de regiones y pueblos, de la que nos sentimos orgullosos[9]“. Al oír estas palabras los miembros del Senado y de la Cámara de Representantes de Estados Unidos se pusieron en pie en una ovación de casi dos minutos. Los medios norteamericanos prestaron mucha cobertura a esas palabras, con informaciones y editoriales.
Tras la proclamación de don Juan Carlos I como Rey de España, la prioridad era cubrir los dos puestos claves para lanzar su plan reformista. A la muerte de Franco el presidente era Carlos Arias Navarro. Este significaba la continuidad del régimen y fracasó en llevar a cabo ciertos cambios que el Rey le había pedido y con los que Arias-Navarro estaba en desacuerdo. Dimitió en junio de 1976. El siguiente paso sería encontrar a la persona adecuada que quisiera llevar a cabo esta reforma.
En los primeros momentos de su reinado, el rey situó como presidente de las cortes y del consejo del reino a un fiel colaborador, consejero y profesor de Derecho político suyo, Torcuato Fernández Miranda, con quien había mantenido una intensa y leal relación. Y, aunque provenía del franquismo, compartía con el monarca la necesidad de que España evolucionara a un sistema democrático. También, Fernández Miranda aportó sus sólidos conocimientos jurídicos a este proyecto de reforma.
Torcuato Fernández-Miranda era partidario de reformar las Leyes Fundamentales franquistas mediante sus propias disposiciones para llegar así a la democracia evitando vacíos legales; su lema siempre fue ir “de la ley a la ley a través de la ley[11]“. Este proyectaba un “cambio desde dentro”, consistente en un progresivo desarme del régimen anterior, simultáneo a la construcción pacífica de un nuevo sistema, de modo que fuera sustituyéndose “pieza por pieza” sin necesidad de romper nada en ningún momento.
El rey eligió como presidente a Adolfo Suárez, un joven falangista de talante innovador. Suárez quiso llevar a cabo los cambios y reformas sin limitaciones de ninguna clase y aceptó ser el principal artífice del proceso de transición a la democracia. El monarca le nombró Presidente del Gobierno el 3 de julio 1976 y desde entonces el proceso de cambio sufrió un impulso acelerador.
Suárez siguió el plan de Fernández Miranda de “cambiar la casa desde dentro sin romperla”. Para esto se llevó a cabo la redacción del texto definitivo del Proyecto de Ley para la Reforma Política que fue aprobado por el Consejo de Ministros el 10 de septiembre. Se trataba de una reforma muy sencilla que consistía en que los españoles eligieran unas Cortes, Congreso de los Diputados y Senado y que el nuevo Parlamento hiciera los cambios políticos necesarios. El lema de Torcuato Fernández-Miranda, ‘de la ley a la ley a través de la ley’ estaba cada vez más cerca de ser una realidad. Esta Ley para la Reforma fue una pieza política clave en los inicios de la Transición democrática española, además de un instrumento jurídico que permitió el desmantelamiento institucional del régimen franquista y el tránsito hacia un sistema democrático
El objetivo del gobierno era conseguir una doble legitimidad a esta Ley para la Reforma. Por un lado, convencer a los franquistas de que votaran a favor de una ley que desmatelaría todo el sistema político franquista, ya que el proyecto de Ley debía ser aprobado por las Cortes franquistas, (aun sabiendo que suponía su desaparición). Y, por el otro, la legitimidad democrática en un referéndum popular.
El presidente de las Cortes y el del Gobierno hablaron uno por uno con todos los procuradores para que avalaran la Ley para la Reforma Política.
La aprobación de la Ley necesitaba una mayoría de 354 votos del total de 531 procuradores. Suárez negoció el apoyo de muchos procuradores con promesas y garantías de que mantendrían su estatus social y económico y asegurándoles que no se pedirían responsabilidades a quienes habían participado en el régimen franquista. Después del debate en las Cortes franquistas, la votación dio su aprobación a la Ley con 425 votos, 59 votos negativos y 13 abstenciones.
¿Cuál era el siguiente paso a seguir?
CONSTITUCIÓN 1978
La elaboración de la Constitución era el último paso que había que dar para finalizar el proceso de transición de una dictadura a una democracia. de nuevo había que acudir al consenso de los partidos presentes en el Congreso para lanzar un mensaje de unidad en el proyecto de democratizar el país. Los ponentes o padres de la Constitución representaban al espectro de partidos en el Congreso.
El texto fue entregado a las Cortes para su debate el 5 de enero del 78 y fue votado el día 31 de octubre del mismo año. Fue aprobada casi por unanimidad (325 votos a favor, 14 abstenciones y 6 votos en contra.
El último paso que le quedaba a la Constitución era ser votada en referéndum por los españoles. El referéndum se llevó a cabo el 6 de diciembre de 1978, con una participación muy baja, de un 67 % solamente.
El 87% por ciento de los votos fueron afirmativos, todo un éxito, si no tenemos en cuenta que más del 30% de la población se abstuvo de votar. El 27 de diciembre el Rey sanciona la Constitución y el 29 es publicada en el Boletín oficial del estado. 42 años después de la caída de la Segunda República, España volvía a tener una constitución democrática.
Algunos rasgos de la Constitución 1978:
Artículo 1
- España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político.
- La soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado.
- La forma política del Estado español es la monarquía parlamentaria.
Artículo 2
La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas.
Artículo 6
Los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política.
Artículo 10
- Las normas relativas a los derechos fundamentales y a las libertades que la Constitución reconoce se interpretarán de conformidad con la Declaración Universal de Derechos Humanos y los tratados y acuerdos internacionales sobre las mismas materias ratificados por España.
Artículo 14
Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.
Artículo 16
- Se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos.
- Nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencias.
- Ninguna confesión tendrá carácter estatal.
La constitución aprobada convertía a España en un “Estado social y democrático de Derecho” y organizado como una Monarquía parlamentaria. Con la nueva constitución, España se configuró como una Monarquía democrática -en la que el rey perdía toda capacidad ejecutiva, y adquiría poder simbólico y moderado. Devolvía a sus ciudadanos la soberanía perdida durante la dictadura y situaba al ejército bajo el control del poder civil (algo difícilmente asumible para un estamento que había controlado gran parte de los resortes del poder durante 40 años). Si la ruptura con el régimen anterior aún no quedaba clara, además, se declaraba a España como un estado no confesional, lo que derribaba la otra pata del poder franquista: la Iglesia.
¿Cómo reaccionaron la ultra-derecha o los seguidores de Franco?
Sin embargo, no todo el mundo estaba de acuerdo con los cambios que se estaban llevando a cabo en España. Hubo momentos muy complicados y de gran tensión; por ejemplo, 1977 fue un año especialmente duro en materia de terrorismo. En el País Vasco se vivía bajo una fuerte tensión por la amnistía de los presos vascos, los enfrentamientos entre policías y manifestantes y por las acciones de la organización terrorista vasca ETA.
Otro de los momentos más complicados del frágil e incipiente proceso reformista fue, el 24 de enero de 1977, cuando un grupo de ultraderecha asesinó a cinco abogados laboralistas en su despacho de la calle Atocha de Madrid. ¿Qué pretendían estos grupos extremistas y terroristas? Tal vez provocar caos y desorden y justificar una intervención por parte del ejército. Sin embargo, las fuerzas democráticas vieron la importancia de hacer un esfuerzo de unión frente a estos extremistas.
¿Qué fue el Intento de golpe de estado?
El 23 de febrero de 1981 y mientras tenía lugar la segunda votación en el Congreso para la elección del sucesor de Suárez, un coronel del ejército, Antonio Tejero, con un grupo de unos doscientos guardias civiles y militares ocupó el Congreso de los Diputados. Al mismo tiempo, en Valencia, un capitán general se levantaba contra la democracia y sacaba los tanques a las calles de la ciudad. En realidad, gran parte de los altos mandos militares siempre estuvieron en contra del proceso de transición hacia la democracia. Si no habían actuado antes fue por carencia de liderazgo claro y porque la Monarquía había servido como escudo protector de la Reforma Política.
Pero el plan del golpe falló porque se basaba en una presunción que se demostró más tarde carente de fundamento. Para que el golpe hubiera triunfado era necesario que el Rey lo hubiera aceptado y apoyado. Ni lo uno ni lo otro ocurrió y la actitud del Rey, consecuencia de su pasado, pero revelación para una parte de la opinión pública, fue decisiva para resolver la situación.
El Rey hizo una llamada a la calma, una clara condena del intento de golpe y pidió a los autores que se rindieran. El papel que jugó el Rey aquella noche fue crucial en el desenlace positivo de los hechos.
“La Corona, símbolo de la permanencia y unidad de la patria, no puede tolerar en forma alguna acciones o actitudes de personas que pretendan interrumpir por la fuerza el proceso democrático que la Constitución votada por el pueblo español determinó en su día a través de referéndum[19]“. (mensaje del Rey de España)
En el fondo, los golpistas aprovecharon una ocasión propicia (el descontento general sobre la política) pero ya era demasiado tarde, la democracia española estaba ya demasiado asentada para los propósitos de los militares.
La sociedad española salió a la calle el día 24 de febrero para defender la democracia y la libertad.
¿Qué significó la restauración de la democracia para la cultura española?
Los siete años que van desde la muerte del dictador (1975) a la victoria del PSOE (1982) trajeron no solo cambios políticos y sociales de gran interés e importancia sino que vinieron acompañados de enormes cambios culturales.
¿Qué fue “La Movida madrileña”?
La Movida madrileña fue un fenómeno cultural surgido durante los primeros años de la Transición española y que se prolongó hasta los años ochenta. Fue la respuesta de diferentes grupos culturales a una España que salía de una dictadura y que necesitaba un nuevo aire. Era el inicio de la década de los ochenta y el panorama político estaba cambiando. Este fenómeno mostró un interés inusual en la llamada cultura alternativa o contracultura. Nacido en Madrid, el fenómeno se extendió a otras capitales españolas.
En 1982 el Partido Socialista (PSOE) ganó las elecciones con mayoría absoluta bajo el lema “Por el cambio”.
El relevo generacional y genealógico que se producía en el campo de la política se producía también en el mundo cultural. Si los jóvenes socialistas curtidos en la oposición al régimen franquista sustituían a los centristas—procedentes en general de las fuerzas reformadoras desde dentro—en la cultura, los “progres” que habían sido la voz de la disidencia política—ahogada la voz de los ilegales partidos políticos—dejaban la primera línea en manos de una generación más joven desencantada por lo político y focalizada en los nuevos campos de la cultura audiovisual: la música pop, el cine, la fotografía o el diseño.
Esta cultura alternativa marcó un punto de inflexión entre la sociedad franquista y la nueva sociedad de la democracia; esta imagen de una España “moderna”, o cuanto menos abierta a la modernidad, sería utilizada internacionalmente para combatir la imagen negativa que el país había adquirido a lo largo de cuatro décadas de dictadura.
La movida madrileña significó una explosión creativa que tuvo conexiones con la música, el comic, el arte, el diseño y sobre todo con el cine. La constituían un heterogéneo grupo de artistas, pintores, fotógrafos, diseñadores de moda y cineastas que buscaron una total reconversión de los gustos y preferencias culturales durante los años 1979-83. Entre los artistas que formaron parte de este fenómeno contracultural había diseñadores de moda, fotógrafos, dibujantes, grupos musicales y algunos galeristas (Ouka-Lele, Agatha Ruiz de la Prada, Alaska, Radio futura, Ceesepe, El Hortelano, Haro Ibars, Moncho Alpuente y la emblemática revista La Luna de Madrid, el cine de Almodóvar y otros), con tendencias asociadas a la postmodernidad, por lo que sus producciones fueron manifestaciones estéticas y culturales anti convencionales y provocadoras.
El cineasta, Pedro Almodóvar, cuyas películas han significado un éxito increíble del cine español a nivel internacional, está considerado el ícono más significativo de la movida madrileña. A Almodóvar le fascina todo lo anti convencional, el mundo de la gente marginada, las drogas, la homosexualidad, el travestismo y el mundo de las mujeres, protagonistas de muchos de sus filmes. Todo ello tratado siempre con mucho humor. Él mismo ha dicho que es “cronista de una generación que ya no mira al pasado con nostalgia ni al futuro con utopía, sino que simplemente vive el presente con la velocidad de un video-clip[5].”
Se debe tener en cuenta que la movida reflejó una situación histórica en España, la Transición. Franco había muerto en el año 1975, y España había despertado de una larga agonía y quería incorporarse al mundo moderno. Como menciona Fouce:
“Política, cultura y economía son marcos en los que se desarrollan los valores, experiencias y prácticas de una generación joven que, liberada de la losa del franquismo, conectada con sus coetáneos de otros países y con una capacidad de gasto en expansión, se lanza a vivir el presente[6].”
La naturaleza urbana y transgresora de este fenómeno cultural demostró un deseo manifiesto, especialmente entre la juventud española, de llegar a un público global imitando la estética punk y new wave de ciudades como Londres, Nueva York y Berlín. El arte, el diseño, el cine, la música y la moda durante este período ayudaron a forjar un sentido de identidad urbana moderna en España que también reflejaba las tensiones entre la modernidad y la tradición, las fuerzas globales y los valores locales, la tecnología de los medios de comunicación internacionales y las costumbres regionales.
Sin embargo, cuarenta años después de esta explosión cultural, más que de movida madrileña habría que hablar de todo un fenómeno generacional y urbano que en cada parte de España se expresó con unas características propias. Un proceso histórico que va más allá de cualquier movida: la transformación radical y sorprendente de una España que salía del oscurantismo del franquismo para lanzarse a la modernidad. La “movida” simbolizó el resurgimiento cultural de España con la democracia.
Ver: La movida madrileña en 7 minutos